En el siglo XVII el teólogo Juan Amos Comenio creó la didáctica, disciplina de la Educación definida como arte de la enseñanza. Con el advenimiento de los Estados-nación la educación se fue volviendo científica, y la didáctica comenzó una transmutación de su definición a ciencia de la enseñanza. Esta distinción de lo artesanal y lo científico no debe considerarse una superación por cuanto las dos definiciones subsisten hasta la fecha. Se puede decir que hay dos perspectivas en cuanto a la didáctica y la educación: la primera la considera un arte mientras que la segunda una ciencia.
Existe un elemento involucrado en ambas perspectivas que no siempre es
explícito: el poder. La Didáctica de Comenio abordaba el qué se enseña, cómo se
enseña, con qué, para qué, etcétera; y el qué se enseña se catalogaba como
currículo. Quien decidía todos estos aspectos de la enseñanza era el docente.
Actualmente las educaciones libertarias, la Escuela Activa y la Educación
Popular, por nombrar unas pocas, conservan esta idea. Para este tipo de
prácticas el docente es un artista que conecta con los educandos y el contexto,
y a partir de ese encuentro va creando currículo junto a ellos, en síntesis el
poder de la enseñanza radica en el docente y el colectivo de estudiantes.
Por otro lado, el crecimiento de los Estados-nación impulsó algunos
saberes como la Estadística y la Sociología, todas desde la filosofía
positivista. En ese escenario la Educación escapaba a su poder, por lo que fue
necesario crear algo que lo arrebatara, dando origen al Currículo como nueva
disciplina de las ciencias de la educación. Esta situación, muy marcada en los
países anglosajones, terminó convirtiendo la Didáctica en parte del Currículo,
devorando así a su progenitora. De esta manera se consiguió que el poder resida
en el Estado y no en la escuela. Un ejemplo claro son las educaciones
fundamentadas en las teorías del aprendizaje formuladas por investigadores
universitarios o de institutos de investigación, como Skinner, Piaget, Ausubel,
entre otros.
Aunque ambas perspectivas coexisten, siempre surgen tensiones entre
ellas que en ocasiones se agudizan. Por ejemplo su origen, la primera se da en
la escuela como núcleo social de las comunidades y la segunda en la academia
como centro de poder afin al Estado. Del mismo modo el control lo ejerce la
comunidad en el primero mientras que el Estado en el segundo. Las primeras
tienden a edificarse desde las necesidades del niño mientras que las segundas
desde las necesidades estatales o de los gobiernos del momento. Las unas
apuestan por la creatividad docente en tanto que las otras por la rigurosidad
de pasos científicos marcados por expertos. Las pedagogías surgidas desde la
escuela se difunden con lentitud debido a que suelen ser iniciativas
autogestionadas, en cambio las teorías académicas se divulgan fácil y
mundialmente debido al poder editorial de las universidades; y así muchas
diferencias más.
La aclaración anterior desvela la
dificultad de exponer conceptos de la Educación que derivan en una discusión teórica.
La siguiente parte del artículo involucra aspectos sumamente técnicos que obligan
a definirlos con prolijidad. Aquello no debe considerarse una exquisitez sino
una necesidad por clarificar un tema de gran importancia pero que se resuelve desde
la ciencia, por lo que se hará el esfuerzo de esclarecerlo lo más simple
posible. Se abordarán conceptos y distinciones entre educación y pedagogía, pedagogía
y psicología, pedagogía y ciencias de la salud, entre otros.
La
política educativa de la Revolución Ciudadana
La introducción del artículo es esencial para entender la política
educativa desplegada por el gobierno de la Revolución Ciudadana (RC). Aquí vale
distinguir entre educación y pedagogía. La Educación es un
producto sociocultural erigido desde las condiciones materiales de una
comunidad que involucra mucho más que el trabajo de aula. Los sueldos de los
maestros, la formación docente, el diseño de los centros escolares, el acceso y
cobertura, procedimientos técnicos, normativas, reglamentos, currículo, entre
otros, son aspectos de la educación que estuvieron desatendidos o
desactualizados por años y que fueron bien gestionados durante este gobierno.
Por su parte, la pedagogía es la ciencia que estudia el hecho educativo, en especial
la enseñanza y aprendizaje. En resumen, la pedagogía es una rama de la
educación.
De todos los avances de la RC abordaré como ejemplo los procesos y
protocolos. Muchas acciones que anteriormente se ejecutaban de manera verbal
ahora deben sustentarse en informes escritos que siguen formatos y matrices
específicas. Los protocolos son tan detallados que difícilmente uno puede
perderse, pero su pormenorización en ocasiones resulta agobiante para los
docentes, por lo que muchos optan por evitar dichos procedimientos para no
obstaculizar su tiempo personal.
Un aspecto de los protocolos es que los mismos se fundamentan en teorías
pedagógicas, pero ¿cuáles? Recordemos las perspectivas educativas analizadas
previamente. Las pedagogías elaboradas desde la escuela poseen un fuerte
componente inclusivo. La razón se debe a que, como tradicionalmente han sido
experiencias privadas o públicas pero en continua fricción con la estructura,
han subsistido merced a la aceptación de toda la población infantil posible,
sin la exigencia de pruebas de ingreso. Por eso sus métodos siguieron tal
experimentación que los fueron puliendo desde la práctica, respondiendo mejor a
las necesidades de los niños. Por el contrario, las pedagogías originadas desde
la academia propenden a la estandarización, de modo que los casos especiales
suelen ser puntuales. Esto denota que las primeras son más inclusivas que las
segundas e históricamente han logrado mejores resultados.
Con esta aclaración uno supone que los manuales de Inclusión del
Ministerio de Educación del Ecuador (Mineduc) harán notables referencias a
autores como Makarenko, Steiner, Pestalozzi, Freinet, Milani, Montessori, entre
otros pedagogos de aula que lidiaron a diario con población infantil tan
heterogénea en cuanto a necesidades especiales. Lo curioso es que son los
teóricos académicos los más referenciados en dichos documentos. Esto sugiere un
descuido en cuanto al reconocimiento de la autoridad de unos autores sobre
otros en el tema de la inclusión; los sistematizadores del Mineduc denotan
también un extravío en el análisis del contexto de la educación fiscal y la
necesidad de usar eficientemente los recursos para emplear métodos y teorías
más convenientes y eficaces.
Lo explicado es apenas un ejemplo de la distinción entre educación y
pedagogía, y el sistema está plagado de estas situaciones. Aunque el gobierno
de la RC apoyó la educación creando procedimientos, reglamentos y manuales que
no existían, los mismos tienden a conservar filosofías, teorías y métodos
pedagógicos poco adecuados al contexto. Es probable que se piense que es mucho
mejor poseer estos avances que haber seguido sin ellos. El asunto es que estas
distinciones son eminentemente técnicas y se le pasan por alto al ciudadano de
a pie, incluso a profesionales de la educación. Referido a ello, otra
consecuencia a considerar es la inmovilización de los docentes, es posible que
hasta los profesores que se adhieren a teorías académicas deseen experimentar
nuevos caminos para solucionar estas inconsistencias, pero permanecer en una
zona de confort y el miedo a lo inexplorado sin el apoyo de la estructura,
impide una posible solución. Además, el curso a seguir es tan específico que no
deja espacio a la creatividad propia de las pedagogías de aula, se vuelve muy
cuesta arriba aplicar modelos más afines a la realidad porque tienden a crear
roces con el sistema. Lo que el gobierno creó en la educación con la mano, lo
borró en la pedagogía con el codo.
Narcotráfico
y bandas criminales en la Escuela
El análisis realizado hasta ahora es fundamental para explorar la
afectación sufrida por la escuela debido al narcotráfico y las bandas
delictivas. Aquí también surge una discrepancia técnica en cuanto a la forma de
afrontar estos problemas por parte del Mineduc. Todo especialista en terapias
con farmacodependientes sabe que los procesos de la voluntad del ser humano se
localizan en la zona frontal y prefrontal del cerebro, y que son justamente por
donde transitan las vías dopaminérgicas y serotoninérgicas, rutas donde fluyen
neurotransmisores vinculados al placer y la emoción, respectivamente. El
consumo constante de droga en adolescentes altera estas funciones al punto de
“capturar” la voluntad, es decir, el sujeto tiene perjudicada seriamente su
capacidad de tomar decisiones; por tanto, aunque esté consciente de lo dañino
que resulta consumir drogas, es incapaz de dejarlas. Por eso las terapias más
exitosas son las que se realizan en grupo, pues éste se erige como un andamiaje
que decide por el sujeto enfermo mientras se desintoxica, pero gradualmente
transfiere la capacidad de decisión al individuo cuando haya logrado más
autonomía y fortaleza mental. ¿Alguna institución educativa del Ecuador ha
planteado convertirse en un colegio-clínica rehabilitadora? Pues no, la manera
convencional de abordar esta problemática es con psicoterapias individuales.
Lo explicado desnuda dos cosas, primero la desconexión entre pedagogía
y salud mental, hecho pasado por alto por el sistema, más no para las
pedagogías alternativas que tienden a ser más audaces y por ello
controvertibles. Segundo, así como ocurre con la pedagogía también se repite la
misma lógica en la psicología, pues coexisten varios modelos de modo que sólo
algunos de ellos constituyen la base teórica y metodológica del trabajo de los
DECE con los alumnos consumidores. Hay muchas opciones a las llamadas Clases Asistidas
que podrían dar mejores resultados, como por ejemplo la labor que por unos
pocos meses desplegó el Colegio Fiscal Aguirre Abad de Guayaquil en el 2014
cuando fue intervenido por el Ministerio, cuyos casos no eran excluidos de la
institución sino que recibían clases diarias pero en otras aulas; mejorando su
rendimiento académico y llegando a igualar a los compañeros no consumidores. Lastimosamente
esta experiencia fue interrumpida abruptamente por el Mineduc, aunque fue
sistematizada y presentada en un congreso de Educación. En resumen, la solución
a esta realidad de los consumidores adolescentes se ve muy lejana.
Más allá de todo el conocimiento que puedan adquirir los estudiantes, la
escuela tiene un fin superior: el desarrollo de la personalidad y la
formación de hábitos. La personalidad es la función que regula e integra
nuestros pensamientos, afectos y conducta, es decir, una personalidad sana es
aquella cuyo comportamiento concuerda con lo que pensamos y sentimos. Si
actuamos de un modo pero pensamos o sentimos de otro, nuestra personalidad está
afectada. Esto concuerda con uno de los 4 pilares de la educación: el de Aprender
a Ser. Por su parte el hábito se define desde la psicología rusa como el
comportamiento producto de un entrenamiento consciente que ha llegado a
automatizarse, generando placer en quien lo ejecuta y la necesidad vital de
repetirlo. Este concepto es fundamental para entender los hábitos de la
lectura, hábitos saludables o el de participar activamente en la vida
ciudadana.
Todo sistema educativo reconoce estas metas, incluso se convencen de que
las logra aludiendo a sus cifras; pero cuando hay jóvenes, que no son la
minoría, o sus familias y maestros que copian, practican sobornos, plagian sus
tesis, son indiferentes a la realidad nacional, muestran escasa educación vial,
en fin, que toman decisiones cuestionables, claramente evidencian conflictos de
personalidad al estar conscientes de que determinados procederes no son
éticamente aceptables, pero sí eficaces para conseguir lo deseado en corto
tiempo. Uno de los maestros más exitosos del mundo, Marcelo Bielsa, dice que
“en toda tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los
recursos utilizados”. Al parecer la nobleza es un sentimiento romántico
desactualizado, y nos sorprendemos del nivel de corrupción de la clase
política, cuando en realidad ha filtrado a toda la sociedad.
En la misma línea, la enseñanza de la lectura no suele rebasar su
carácter funcional, o sea, las personas saben leer, pero no lo consideran una
necesidad vital que posibilite una ejercitación del pensamiento crítico y el
aprendizaje de valores, hecho evidenciado en el índice nacional de lectura (0,5
libros por persona por año), uno de los más bajos de Latinoamérica y el mundo.
Los hábitos de vida saludable expresan una perenne contradicción con la
elección de alimentos que la población acostumbra, la vida sedentaria y las enfermedades
relacionadas a una inadecuada alimentación como la diabetes. La calidad de
nuestros gobernantes también constata el escaso compromiso y hábito de los
ciudadanos por activar políticamente.
Como contraejemplo se cita la experiencia del Colegio Celestin Freinet de Guayaquil, ahora desaparecido, que incubó una pedagogía que promueve la autorregulación de la personalidad mediante tres ámbitos: la autodisciplina, el hábito lector y la participación ciudadana. La autodisciplina consigue instaurar el hábito de la lectura para formar autodidactas que no necesitan de maestros para aprender, puesto que se bastan a sí mismos. El nivel creciente de lectura, especialmente los temas de actualidad, conduce a una intensa participación ciudadana que fortalece aún más la autodisciplina, el criterio propio y una personalidad sana. Con ello se conquista el pilar del Aprender a Ser a través de una pedagogía que crea una alta autoestima, un sentido de pertenencia, un proyecto de vida y un nivel de consciencia tal que torna difícil que un joven sea seducido por las mafias.
"Las bandas nos han robado a nuestros jóvenes" se suele
escuchar, pero ¿no será más bien que el sistema educativo se los ofreció en
bandeja de plata? Si bien la RC desarrolló estándares de aprendizaje y un nuevo
currículo, desdeñó la formación de la personalidad y de hábitos, pues sus
didácticas no blindan psicológicamente a los alumnos. Como sus métodos sólo se
enfocan en la transmisión de contenidos y se excluye la detección y
reconocimiento de habilidades únicas que a cada educando le permitiría entrenar
sus hábitos, terminan por deformar la capacidad autorreguladora de su
personalidad. En tanto que la mira del Estado sea resolver el problema con la presencia policial, sin tocar su educación
bancaria y obvie la formación de la personalidad y hábitos, que dicho sea de
paso sí las portan las pedagogías originadas desde la escuela, la niñez y
juventud seguirá sucumbiendo al reclutamiento de bandas.
En el imaginario de la población el modelo ministerial educativo creado por la RC funciona por cuanto no muestra grietas como el de la Salud, por ello los subsecuentes gobiernos se han sentido cómodos y han evitado cambios sustanciales debido a que sólo fue necesario mantenerlo. Es la razón por la cual, pese a la inminencia de una nueva cita electoral, ningún candidato propone algo trascendental en educación. Confían tanto en la infraestructura, en el “hardware”, que se niegan a aceptar la inexistencia de un “software” apropiado, de un modelo pedagógico que fortalezca la personalidad de los estudiantes para tomar decisiones firmes en cuanto a su autoeducación. Lo expuesto es base para poner en duda de que la escuela sea víctima del narcotráfico y las bandas, y más bien se perfila como una aliada. Se plantea la tesis de que el sistema educativo ampara una pedagogía victimaria, pues se revela como alimentadora de las GDO, que terminan enrolando chicos inseguros, aburridos y sin oportunidades, ya que cualquier cosa es mejor que ir a la escuela. ¡Es urgente la necesidad de un sistema pedagógico transformador que salve a los jóvenes!